En tierras españolas, puedes ser de "izquierdas", "progre", antifranquista (45 años lleva muerto el dictador) y a la vez millonario, dueño de un multimedio, vivir en una mansión gigantesca, pugnar por una economía "con la gente adentro", apoyar la indepencia de Cataluña, luchar contra los desahucios y los derechos de las mujeres. Por el contrario, ser de "derechas", significaría hoy ser un "facha" laburante que se levanta a las 6AM y termina su día laboral 12 horas después, con dificultades para llegar a fin de mes, sin tiempo para luchar ni pensar por los derechos civiles y que quiere que el Estado se entrometa en su vida sólo lo indispensable.
En Argentina es la misma situación. Ser de "izquierda" sería luchar por el aborto, los derechos de las mujeres, los desaparecidos de la dictadura cívico militar y la justicia social. Un progre en toda regla. La derecha se trataría de gente anti-feminista que está en contra de la legalización del aborto y de la justicia social y partidaria de que se sancione penalmente a los integrantes de las organizaciones guerrilleras que asolaron el país en los años 70. En otras palabras, un facho.
Hoy las etiquetas definen todo y a la vez, no dicen nada de las personas. Tengo amistades que son feministas acérrimas y que están en contra del aborto. Fans absolutos de Evita y a la vez a favor de esquemas que liberen al mercado de regulaciones estatales. Poder defender los derechos de la comunidad LGTB y a la vez, a favor de una política de seguridad que privilegie al ciudadano por sobre el delincuente. Gente a favor del lenguaje inclusivo y a la vez, apreciar obras como 1984 de Orwell.
Son tiempos liquídos, diría Zygmunt Bauman. Nada es permanente y lo que venía dado, ya no lo es.
En palabras del pensador y filósofo Slavoj Zizek, estos son tiempos de "la coincidencia de los opuestos", la actualización de una noción o una ideología que en su grado más puro aparece como su opuesto, como no ideología.
Si pensamos esto bajo la lupa de la coyuntura, nos encontramos con Daniel Scioli, ex motonauta, campeón del mundo ad-hoc, navegando como en sus mejores días en estos tiempos políticos líquidos. El que en 1997 se presentara como diputado menemista, ahora representando al kirchnerismo y aprovechando una argucia legalista, se sentó en su banca de diputado para dar quórum en una sesión polémica. La cuestión es que ya está designado como Embajador en Brasil y ya fue presentado ante el Presidente brasileño, Jair Bolsonaro.
Esta trampa no es nueva. El régimen menemista, en 1992, en oportunidad de la privatización de Gas del Estado, sentó a una persona que no era diputado para dar quorum y así, poder votar dicha medida. El menemismo, supuestamente, "de derecha". Como el público se renueva, la historia se repite con el kirchnerismo tardío, supuestamente "de izquierda", y para votar un régimen jubilatorio para jueces y diplomáticos, que la justicia no tardará en declarar inconstitucional.
Tiempos líquidos. Como afirma el poeta Marcelo Birmajer, las categorías de derecha e izquierdas están caducas. Progres de ayer, fachos de hoy; fachos de ayer, progres de hoy. Pocas cosas son permanentes.
Lo poco permanente es que aquellos menemistas, hoy reciclados en furiosos kirchneristas, siguen cantando la marcha peronista, mientras se arrogan la lucha feminista, le besan el anillo al Papa Francisco y siguen robando con el sistema sindical argentino. En palabras sencillas, las ideologías han muerto.
Hoy la gente pide cosas sencillas y pragmáticas: un trabajo digno, valores republicanos y un gobierno honesto. El problema es que existen personas que quieren vivir a costillas de otro, sin importar que lo gobierne un autócrata cínico, mentiroso y ladrón.
Esa grieta es otras de las pocas cosas permanentes que vienen quedando en estos tiempos políticos líquidos ...
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