miércoles, 22 de enero de 2020

¿El dolor es de todos?

En la tarde del miércoles 22 de enero empezó a circular en la red social Twitter,
una carta redacta por el usuario @tomashdg, titulada “Si, fuimos nosotros”,
en alusión al crimen perpetrado por 10 asesinos que juegan al rugby, que en la
localidad de Villa Gesell, mataron a patadas en la cabeza al joven Fernando
Báez Sosa (18 años), estudiante de derecho.



                                          El texto de la carta



Al momento de leer la misiva, sentí que estaba leyendo el mismo tipo de
retórica sensiblera y sentimentaloide de las habituales cartas de militantes
feministas. Termina siendo la otra cara autoritaria del mentado “Yo sí te
creo, hermana”, que busca exculpar mujeres con su solo relato de los hechos.
Esta carta pretende que todos los rugbiers se hagan cargo de situaciones
particularísimas del deporte. Sólo me recuerda a las actitudes de aquellos que
enfrentaron las purgas stalinistas de 1937 y 1938.


Para empezar, las personas procesamos los hechos de manera distintas.
Un mismo hecho para algunos puede resultar condenable y para otros, no.
Tan sencillo como eso. Pero como los progres nos exigen que tengamos
“empatía”...


Eso de andar “colectivizando” todo, resulta chocante para el alma liberal.
¿Por qué me tengo que hacer cargo de lo que no hice? ¿Porque tuve alguna
actitud similar? Podés repudiar el hecho sin hacerte cargo. Podés empatizar
con el dolor de la familia, pero no obligar a que todos sientan lo mismo. En
toda la carta no se nombra a la víctima. Esta retórica resulta siniestra y
engañosa, porque lo que se colectiviza, es de nadie, corriendo así el foco del
verdadero problema y a la verdadera víctima.

Este es el problema de los progres de hoy, sienten que tienen que compartirlo
todo, hasta sus sentimientos. Umberto Eco decía sobre las redes sociales:

“Las redes sociales le dan derecho de hablar a legiones de idiotas
que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin
dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora
tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel…”

Para cerrar, quiero dejar mi más sentido abrazo a la familia Báez-Sosa, por la
pérdida de su hijo Fernando.

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